¿Por qué elegí seguir una educación STEM?
Para comenzar este viaje, retrocedamos a mi infancia, la cual, curiosamente, estuvo muy alejada de la tecnología. No fue hasta los 13 años que obtuve mi primer celular, lo que me permitió enviar mensajes a mis amigos en cualquier momento del día. Fue emocionante, pero mi interés en la tecnología ya se había afianzado mucho antes.
El primer gran detonante: Ocurrió una tarde de invierno. Discutía con mi padre cuando, molesto, me miró fijamente y me dijo:
“Elton, déja de ser conformista y ve siempre por más”.
Esta frase me marcó de por vida y despertó mi curiosidad por aprender cada día más. Así fue como decidí estudiar Ciencias de la Computación. No negaré que mi primera computadora me llegó a los 19 años y que lo primero que aprendí fue a programar fué en la consola de Windows con C#... sin imaginar los cinco años intensos que me esperaban dentro de la universidad.
El segundo detonante: En mi segundo año de universidad conocí grandes empresas del sector, entre ellas Microsoft. Fue aquí donde descubrí el mundo de las comunidades estudiantiles y profesionales. Aprender en comunidad no solo significa compartir conocimientos, sino también iniciar conversaciones significativas con amigos y colegas para mejorar nuestras vidas y espacios de trabajo mediante la tecnología. Esta experiencia ha sido una de las más enriquecedoras de mi vida.
El tercer detonante: Un gran mentor me dio un consejo invaluable:
“No solo se trata de querer, sino de enganchar ese deseo con tu propósito”.
En aquel momento, no tenía claro mi propósito de vida. Sin embargo, el camino me llevó a descubrir mi pasión: enseñar y motivar a otros a explorar las tecnologías emergentes. Aprendí que no basta con ser un experto en algo; lo realmente importante es utilizar ese conocimiento para generar un impacto en el mundo.
Antes de hablar sobre la tecnología de vanguardia, hagamos un repaso sobre nuestra evolución digital. Pasamos de una era dominada por la mecánica y la electricidad a convertirnos en una sociedad digitalizada basada en datos e información.
En los años 80, la llegada de la computadora personal, el internet y las telecomunicaciones marcaron el inicio de la tercera revolución industrial. Hoy, con tecnologías como la nube, IoT, redes 5G, realidad aumentada e inteligencia artificial, nos encontramos en plena cuarta revolución industrial, donde los datos y la automatización transforman nuestras vidas y negocios.
En 2021, la pandemia mundial dejó claro que la transformación digital no es una opción, sino una necesidad. Un artículo de Forbes planteaba una pregunta clave:
¿Cómo podemos ayudar a las empresas a iniciar y acelerar su transformación digital?
La respuesta es un proceso escalonado que comienza con estas preguntas clave:
Para el 2030, es posible que el teletrabajo se adopte masivamente, que los pequeños negocios eliminen el uso del efectivo y que todas las empresas fortalezcan su presencia digital.
Si estás iniciando en la tecnología o ya tienes experiencia en ella, te invito a hacer un ejercicio: cierra los ojos, mira hacia el pasado y recuerda el momento exacto en el que te enamoraste de la ciencia y la tecnología. Ese instante definió tu camino y los detonantes que te han llevado hasta aquí.
Quiero cerrar con una frase de Steve Jobs que hoy tiene mucho sentido para mí:
Sigue aprendiendo, sigue iniciando conversaciones y, sobre todo, alinea tus metas con un bien común.